Tres de los líderes mundiales que en un primer momento subestimaron los alcances de la pandemia, con el paso de los días debieron ceder ante lo que parece inevitable: el coronavirus será un desastre sanitario y económico.
En efecto, el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump; el de Brasil, Jair Bolsonaro; y el primer ministro británico, Boris Johnson, a su turno minimizaron el impacto del Covid-19, una decisión que, con el avance de la pandemia, parece haber sido un grave error.
La prueba es que los tres cambiaron su estrategia inicial y salieron a mostrar la preocupación que ha sido común entre los líderes de otros países, quienes tomaron medidas severas (y poco amigables) como aislamientos obligatorios generales y cuarentenas totales.
Trump, por caso, hasta entrado el mes de marzo, cuando los casos se multiplicaban en Italia y España, seguía minimizando los efectos del brote que se inició a finales de 2019 en la ciudad de Wuhan, China.
En distintas declaraciones públicas y mientras se seguía reuniendo sin tomar demasiadas precauciones, el magnate aseguraba que el riesgo de contraer coronavirus en los Estados Unidos era “muy bajo”.
En ese momento, en su país se contaban 15 casos confirmados.
Dos semanas después, Estados Unidos es el tercero con más afectados (44 mil, hasta este 23 de marzo), detrás de China (81.500) e Italia (64 mil). Sólo la ciudad de Nueva York cuenta casi 100 víctimas fatales.
Con los efectos del coronavirus impactando dentro de las fronteras del país, distintos gobernadores se vieron forzados a cerrar sus distritos y a obligar a sus ciudadanos a permanecer en sus casas, como en el caso de California, donde 40 millones de personas buscan evitar que el brote se propague.
Trump, ante este nuevo escenario, declaró el estado de emergencia y lanzó un megapaquete de medidas fiscales, al mismo tiempo que la Reserva Federal (el equivalente al banco central) bajó la tasa de interés de referencia a casi cero (entre 0 y 0,25%) y anunció que invertirá “todo lo que sea necesario” en bonos del Tesoro y activos de empresas para frenar la caída de los mercados.
Boris, otro por el mismo camino
El caso del Reino Unido es similar. Boris Johnson, cuando el virus comenzó a impactar en Europa, minimizó los riesgos, e incluso dijo en televisión que lo único que los británicos debían hacer era era lavarse las manos mientras cantaba Happy Birthday.
Una semana después, con 6.700 casos de coronavirus confirmados hasta este lunes, el primer ministro británico anunció un cierre total del país, prohibiendo a las personas abandonar sus hogares o reunirse en grupos de más de dos.
En un discurso público a toda la nación, Johnson ahora dijo que no se le permitirá a nadie salir de sus casas, excepto por “algunas razones específicas”, y que quien lo haga, podría recibir una multa de 30 libras (unos 32 euros).
Las medidas, que no tienen precedentes en Downing Street, buscan que con el distanciamiento social se reduzcan las posibilidades de contagio.
Johnson, al igual que Trump, dejaron a un lado sus convicciones económicas y se dieron cuenta de que los riesgos de las consecuencias sociales y políticas de una crisis sanitaria sin precedentes son mayores que las económicas, por graves que estas pudieran ser.
Trump, Bolsonaro y la crisis del coronavirus
Finalmente, Jair Bolsonaro. El polémico presidente de Brasil, siguiendo la “doctrina Trump”, expresó en diferentes oportunidades que el coronavirus era “un problema sólo para la economía” y no pasa la salud de los brasileños.
Su temor por las graves y previsibles consecuencias económicas fue siempre mayor que las sanitarias, hasta esta semana, cuando advirtió que el virus se esparce en San Pablo y Río de Janeiro a un ritmo geométrico, mucho más acelerado que en el resto de Sudamérica, donde la mayor parte de los países cerraron sus fronteras y avanzaron rápidamente por el camino de la cuarentena.
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