El auge de China es “irreversible”. Eso, entre otras cosas más que interesantes para la geopolítica, dijo este 1º de julio el líder de China, Xi Jinping, en el centenario del Partido Comunista de ese país (PCCh).
De la mano del PCCh, Xi dijo que se ha pasado de tener una economía pobre y sin demasiados recursos, a convertirse en la segunda potencia comercial a nivel global y que va a continuar progresando para llegar a ser aún mayor. Es decir: ¡EE.UU, allá vamos!
El presidente de la nación más poblada del planeta, en su discurso en la conmemoración de la fundación del partido, habló en la representativa plaza de Tiananmen, la que representa un emblema para el sistema de gobierno del país.
El homenaje estuvo colmado de banderas de color rojo y símbolos históricos haciendo referencia al comunismo chino y a los cien años.
Entre los más de 70 mil asistentes había militares, militantes del PCCh, funcionarios, maestros, alumnos y trabajadores.
Aplastar a los invasores
Xi le pidió al pueblo chino que construya un país socialista moderno y prometió “aplastar” a las fuerzas externas que intentan inmiscuirse en los asuntos internos del país, especialmente habló de hacerlo con “cualquier impulso por la independencia de Taiwán“.
También elogió el sistema marxista “con características chinas”.
Vestido con un traje gris de cuello Mao, con Xi estuvieron los principales líderes del PCCh. Todo el evento fue transmitido en vivo por la televisión nacional y por todas las redes sociales del gobierno.
El discurso de Xi estuvo precedido por el vuelo de helicópteros y aviones de combate avanzados, incluidos los J-20. Miles de estudiantes juraron lealtad al partido.
“El PCCh ha cambiado nuestro futuro y los destinos de China, así como las tendencias y la estructuras del desarrollo mundial”, dijo Xi, quien dirige el partido como secretario general.
Y agregó: “Gracias a la lucha continua del partido y de nuestra población, hemos conseguido el objetivo del primer centenario: construir una sociedad próspera gracias a la eliminación de la pobreza extrema”.

En su mensaje, aparentemente dirigido a Estados Unidos y sus aliados, Xi dijo que China “se opone al hegemonismo y a la política de un poder único”.
En este sentido, dijo que “el pueblo chino nunca ha intimidado, oprimido o esclavizado a gente de otros países”.
Después, llegó el párrafo más duro: “El pueblo chino nunca permitirá que fuerzas externas nos intimiden, opriman o esclavicen y, si lo hacen, serán aplastados hasta la muerte ante la Gran Muralla construida con la carne y la sangre de más de 1.400 millones de chinos”, advirtió.
Por otra parte, dijo que China ha aprendido de la historia y solo ha modernización sus fuerzas armadas para cuidar a China de los agentes externos.
Sobre Hong Kong, Xi dijo que la estabilidad del territorio estará asegurada con la implementación de la Ley de Seguridad Nacional, que algunos habitantes de la ciudad ven como una señal de reducción de su libertad.
China y los jóvenes
Uno de los elementos más reveladores del discurso de Xi fue su llamado a la juventud para que apoye los objetivos nacionales, algo que se produce en un momento en que existe un debate más amplio en la sociedad china sobre los jóvenes desconectados de la vida pública.
Hay una frustración cada vez mayor por parte de los jóvenes chinos contra el estrés provocado por la búsqueda de una vida mejor.
Esta nueva generación, más occidentalizada, es más egocéntrica y menos ambiciosa, lo que alarma al gobierno de China mientras lucha contra una tasa de natalidad en declive y el crecimiento económico del país a una velocidad mucho menor que hace unos años.